Una aproximación crítica a “Après moi, le déluge” de Lluïsa Cunillé

”Après moi, le déluge” (2008) es una pieza teatral que se articula en torno a la relación entre ideología­ y subjetividad, así­ como la tensión entre sujeción y subversión, representada por medio de un hombre y una intérprete que visitan el Congo por negocios y su interacción con un hombre congoleño que le pide al hombre que se lleve a su hijo de vuelta a Europa con él. El título de la obra de Lluïsa Cunillé nos da una clave para entender la idea principal de la historia: con esta expresión, atribuida al rey Luis XIV, el rey Sol daba a entender su indiferencia por lo que ocurriera después de su reinado. De la misma forma, tras su estancia, este hombre europeo que acude a la ciudad para trabajar en la industria del coltán, no se interesa por las vidas a las que afecta su trabajo; la intérprete, igualmente, no tiene interés en salir del hotel pues es el sol lo que más le gusta de Kinshasa (Cunillé, 2008, p. 12).

En primer lugar, tanto el hombre como la intérprete que acuden para hacer negocios en Kinshasa carecen de nombres, lo que, en cierto sentido, ejemplifican la falta de subjetividad individual: son el pastiche del que habla Jameson, personajes construidos en su repetición que representan, en su propia sujeción a la ideología­ dominante, la muerte del sujeto.

En segundo lugar, el padre congoleño muestra también un sometimiento ideológico, en y bajo el cual se asegura la continuidad del sistema y la reproducción de las relaciones de trabajo (Althusser, 1974, p.10). Esto lo presiona a la subordinación (Butler, 2010, p. 13), como ilustra la propuesta al hombre de que acoja a su hijo, primero como hijo propio, y después como mera fuerza de trabajo. El hecho de que este personaje no tenga diálogos es significativo, pues habla a través de la intérprete: se nos presenta inevitablemente por la visión eurocentrica de esta, lo que ejemplifica la idea de Oriente como una construcción occidental, y cómo esta sirve para que “Europa se defina en contraposición a su imagen, su idea, su personalidad y su experiencia” (Said, 1996, p. 20), y además muestra que el habla del sujeto subalterno “no adquiere estatus dialógico (…) esto es, el subalterno no es un sujeto que ocupa una posición discursiva desde la que puede hablar o responder.” (Spivak, 2003, p. 2)

Mientras que el sujeto subalterno (ya sea refiriéndonos al padre, a su mujer o a su hijo) puede hablar, está inevitablemente sometido a la percepción del Tercer Mundo que presenta el discurso occidental, así como la diferencia de clase. No obstante, aunque el objetivo de la ideología es someter al sujeto, y “eliminar las sutilezas y las paradojas, se revela fallido y puede aflorar la posibilidad de la subversión incluso allá donde todo estaba preparado para evitarla” (Carbonell, 2020, p. 19): el padre intenta la subversión, no cuestionando su posición, si no desafiando al hombre de negocios. Aun así­, la tensión entre subversión y sujeción se hace evidente porque tanto el padre como el hombre están sometidos a la ideología eurocentrista, de manera que la condición de cada uno parece inamovible e inevitable:

INTÉRPRETE- Le he ofrecido a mi hijo.

HOMBRE- Pero ya ve que no basta.

INTÉRPRETE – Debería bastar.

HOMBRE- Tiene razón, pero así son las cosas. (Cunillé, 2008, p. 43)

Así, los personajes ilustran un entendimiento del orden mundial como algo inevitable, como se ve en las siguientes palabras del padre: “Si mi hijo aún estuviera vivo habría vivido todo lo que le he contado. Ni siquiera yo, su padre, habría podido ahorrarle nada de lo que le esperaba. (Pausa) Todos estos años sólo le hemos echado de menos su madre y yo, y desde hace cuatro años sólo yo” (Cunillé, 2008, p. 46). Por un lado, el padre se siente responsable del destino de su hijo, pero por otro lado revela que este futuro que le espera es una construcción simbólica y carente de historia de la sujeción, pues la ideología “espera al individuo desde antes de su nacimiento y lo convierte en sujeto” (Carbonell, 2020, p. 22). Igualmente, cuando la intérprete y el hombre conversan animadamente tras la salida del padre, sin mencionarlo siquiera, esta obra representa la clara indiferencia europea de las condiciones precarias y desiguales de los sujetos subalternos, que se sustenta en la ideología y en la muerte del sujeto.

Concluyendo, la obra de Cunillé refleja cómo el desarrollo del individuo y su subjetividad están condicionadas por la ideología. En este contexto poscolonial, como simbolizan las elecciones narrativas de la obra, la indiferencia del hombre blanco queda representada en primera persona por él mismo, mientras que la vida del sujeto subalterno se subyace a esta, y es construido y representado a través de esta visión occidental y etnocéntrica.

Bibliografía

Althusser, L. (1974). “Ideología y aparatos ideológicos del Estado”. (A. J. Pla, Trad.) Buenos Aires: Letra e.

Butler, J. (2010). “introducción”. En Mecanismos psíquicos de poder. Cátedra, pp. 11-41.

Carbonell, N. (2020). “Cultura y subjetividad” [recurso digital de aprendizaje]. Barcelona: UOC.

Cunillé, L. (2008). “Après moi, le déluge”. Deu peces. Barcelona: Edicions 62, pp. 452-507.

Said, E. (1996) : «I. Territorios superpuestos, historias entrecruzadas». Cultura e imperialismo. Barcelona : Anagrama, DL. p. 35-73. ISBN 9788433905376

Spivak, Gayatri Chakravorty (2003). ‘¿Puede hablar el subalterno?’, Revista Colombiana de Antropología, 39, p 297-364.

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